El duelo en la infancia.

Encontrarás varias dificultades cuando abordes el duelo en la infancia, nuestra cultura considera la muerte un tema tabú del que es mejor no hablar de forma clara, para ello se usan eufemismos como “está descansando”. Como adulto la muerte te genera angustia e intentas proteger a los niños de dicho sentimiento, el instinto de protección te conduce a alejarlos del sufrimiento, pero así también impides que desarrollen unas adecuadas habilidades de afrontamiento.

Aunque el pequeño puede no comprender que sucede exactamente, es capaz de intuirlo y desea saber, lo que provoca que desarrolle sus propias teorías. Ante esta situación él inventa, porque aquello que más malestar le genera es que sus dudas al respecto se queden sin explicación.

Entendemos el duelo como la respuesta emocional al experimentar la pérdida de un ser querido, es un proceso dinámico, activo y cambiante. No es una situación patológica de por sí, sino que se trata de un suceso habitual y natural. Aun así, cada proceso de duelo es distinto, igual que las personas que lo experimentan y el contexto que los rodea también lo son.

En el caso de los niños se dan una serie de características distintivas que debes tener en cuenta a la hora de abordar la problemática consecuente del proceso que inicia tras el fallecimiento:

  • Habitualmente el ritmo vital del niño no se ve interrumpido por la muerte de un ser querido, continúa respondiendo a los requerimientos esperados para su edad como acudir al colegio.
  • La duración del duelo en la infancia suele ser más corta.
  • El mantenimiento de rutinas les ayuda a elaborar el proceso de duelo, mientras que para los adultos suele indicar una negación de la muerte.
  • Poseen pocos espacios para expresar sus emociones.
  • Aunque les afecta en diversas áreas, preservan otras como el colegio.
  • El significado de la pérdida es más concreto.
  • Su concepto de muerte es distinto, por tanto, requieren más tiempo para poder asumir la realidad de la pérdida.
  • Necesitan un espacio de conocimiento y aclaración sobre la muerte.
  • Requieren el apoyo de figuras de apego que le guíen en este proceso.
  • La información que reciben esta mediada por los adultos de su entorno.

Sufrir una pérdida y su correspondiente proceso de duelo suele tener mayor repercusión durante la infancia, porque los niños todavía están en construcción y su capacidad cognitiva, mecanismos de defensa, sostén emocional y habilidades de afrontamiento están aún desarrollándose.

El pequeño necesita comprender y dar un significado a la pérdida, por tanto, tiene que participar en el proceso de duelo. Necesita que le des información sobre lo acontecido, siendo esta acorde a su desarrollo evolutivo y sus competencias cognitivas y emocionales. También requiere que le prestes una atención adecuada para poder expresarte sus dudas, miedos o emociones.

Además, es clave que le permitas despedirse y afronte su duelo acompañado, para ello necesita que, como uno de sus familiares más íntimos, te muestres cercano y que le expreses tus propias emociones o sentimientos. Vivir esta experiencia junto a otros le facilitará poner etiquetas a sus sentimientos y poder recolocarlos.

En último lugar, hacerle partícipe de las ceremonias funerarias ayuda a que el niño reciba sostén social y le posibilita colocar la realidad de la pérdida en un momento y lugar concretos.

En aquellos casos donde el fallecimiento está próximo, se puede explicar la situación a los niños antes de que ocurra la muerte. Sería conveniente tomar las siguientes medidas para hacerlo:

  • No le mantengas alejado. Acompáñale en el proceso de duelo sin negar la realidad que está viviendo con la intención de evitarle sufrimiento. Es beneficioso implicarle en el cuidado del enfermo (ocuparse, por ejemplo, de llevarle las pantuflas). Cada integrante del núcleo familiar debe tener una tarea y es posible que necesite que le ayudes a encontrarla.
  • Permítele despedirse si así quiere. Especialmente cuando la persona enferma se encuentra consciente, así la muerte se transforma en algo real y les resultará más sencillo entender que el fallecido no volverá. Es conveniente que el pequeño lleve al enfermo dibujos u obsequios porque los recuerdos agradables ayudan a mitigar el dolor por la pérdida.
  • Infórmale sobre lo que está pasando. Lo más pronto posible, de forma asequible y natural y en un sitio y momento apropiados. Aclárale de una manera simple en qué consiste la muerte, para así poder prepararlo para su llegada.

En el caso de que el fallecimiento ya haya ocurrido, deberás de explicarle de manera progresiva y sencilla que ha pasado y contestar sinceramente sus preguntas, incluso mostrando dudas si no tienes una respuesta exacta para estas.

Debes tener claros una serie de conceptos generales clave para poder explicarle adecuadamente la muerte a los niños, estos son los siguientes:

  • La muerte es universal, por tanto, todo ser vivo muere. En caso de que al pequeño le preocupe la posibilidad de su propia muerte no debes dar una contestación rotunda si no validar su inquietud y postergar la respuesta.
  • La muerte es irreversible y como consecuencia al morir no volvemos a estar vivos nunca. Evita la utilización de metáforas ambiguas que desconciertan a los pequeños.
  • Todas las funciones vitales terminan en el momento de la muerte, es decir, al morir el cuerpo ya no funciona. Elude el uso de metáforas que dan cualidades físicas al fallecido como “papa te mira desde el cielo” ya que pueden causar miedo al niño y confundirlo.
  • Toda muerte tiene un porqué, tiene una explicación física. Tienes que hacer entender al niño que no se muere por nada, céntrate en el plano físico, pero sin detalles concretos.

Respecto a cómo y en qué condiciones comunicar la muerte al niño, lo más apropiado sería seguir las indicaciones que se exponen a continuación:

  • Es preferible que lo haga alguien emocionalmente cercano al pequeño.
  • Lo más pronto que permita la situación.
  • En un sitio íntimo donde tenga libertad para expresar sus sentimientos.
  • Aclárale que él no tiene ninguna responsabilidad respecto a la muerte.
  • Puedes informarle gradualmente, aclarando los aspectos clave.
  • Introdúcele en las ceremonias, los cultos o los homenajes.
  • Contesta sus dudas y en caso de no saber la respuesta, reconócelo.
  • Facilita su expresión emocional.
  • Indícale que siempre se recordará al fallecido y que este no puede ser reemplazado por nadie.

 

Laura NR – Graduada en Psicología