PROHIBIDO PROHIBIR. FIRMADO: LA REACTANCIA.

“Las cosas lícitas son insípidas; lo que estimula sabrosamente es lo prohibido.” Ovidio.

Seguramente muchos de nosotros hemos hecho lo contrario de lo que se nos ha prohibido para hacer ver que somos dueños de nuestras decisiones. O hemos reforzado esa conducta al sentir amenazada nuestra libertad de actuación y de opinión. Tratamos de salvaguardar nuestra autonomía, y optamos por resistirnos a la persuasión.

En este artículo os hablo de la reactancia psicológica.

La reactancia aparece cada vez que un comportamiento accesible a un individuo es retirado, por alguna razón, de su campo de posibilidades de realizarlo. O, existe la amenaza de que vaya a ser retirado. Experimentará una restricción de su libertad, lo que despertará en él un estado de reactancia psicológica. La cual, es un estado emocional orientado hacia una recuperación de su libertad. No es tanto una negativa por nuestra parte, es más un deseo de aumentar nuestra autonomía.

La reactancia será más grande cuanto más importante sea para el sujeto el comportamiento eliminado. También, cuanto mayor sea la proporción de comportamientos eliminados, ya que, a veces, varios comportamientos van ligados entre sí. Cuando eliminas uno, se elimina el resto. Por otro lado, será más grande cuanto más fuerte sea la amenaza y cuanto más aumenta la probabilidad de que el comportamiento sea eliminado. Por otro lado, cuando la amenaza viene de un agente humano, la presión es mayor cuanto mayor es el poder social que tiene esa persona.

Cada vez que se experimenta reactancia, aspiramos a recobrar esa libertad. El sujeto puede, o no, ser consciente de que está experimentándola. Cuando es consciente, puede negarse a reconocerla, llegando a conducir a sentimientos agresivos y hostiles cuando es muy fuerte.

¿Cómo tratamos de recobrar esa “libertad”?

  • De forma directa: En el caso de una tentativa de influencia, la reactancia conducirá a una resistencia a la presión social. Haremos totalmente lo contrario a lo que se nos prohíbe. No necesariamente tiene que ser una influencia negativa, puede ser una disminución de la influencia positiva.

Por ejemplo, cuando tienes un hijo adolescente y crees que es muy pronto que tenga una relación amorosa con otra persona. Se lo prohíbes y lo que hace es reforzar esa relación e intensificarla. Es muy típico también en niños pequeños, cuando nos desafían para probar los limites (suyos y nuestros).

  • De forma indirecta: Cuando ha sido eliminado de forma irreversible. La libertad de un comportamiento puede ser cambiado simbólicamente por otro. Y además, se puede recobrar la libertad intentando convencer al otro para que realice el comportamiento eliminado.

Por ejemplo, me prohíben llegar tarde y lo que hago es llegar dos horas antes pero me siento en el sofá y no hago mis tareas. O, cuando nos reprochan que no hemos entregado un trabajo a tiempo, lo entregamos en la fecha limite pero bajando la calidad del mismo.

  • Respuestas subjetivas: Acatas la prohibición, pero en respuesta desarrollas un fuerte rechazo/odio hacia quien se la impuso, o hace un esfuerzo cognitivo para desvalorizar aquello que antes deseaba.

Por ejemplo, prohíbes a tu hijo ver una película no recomendada para su edad, éste acata la orden y responde que no era tan buena o no deseaba tanto verla.

Pero, ¿Cómo conseguimos no generarla en otra persona?.

Tenemos el ejemplo de anuncios de televisión donde prohibían el uso de drogas desde un punto de vista negativo: “Prohibido consumir” . Para sorpresa de todos, la consumición aumentó peligrosamente. Sabemos que, sobre todo en los jóvenes, todo lo prohibido es atractivo: “¿Por qué lo prohibirán? Voy a probarlo”.

Hoy en día, los anuncios de televisión hacen hincapié en que la decisión de consumir es personal. Muestran las consecuencias negativas que puede tener para la persona y las conductas alternativas positivas: “De ti depende”, “Ahora la moda es sentirse sano”. Visto que éste ultimo tipo de anuncio tiene mejores resultados podemos concluir que si no restamos autonomía a la otra persona, y actuamos de forma didáctica y original, obtenemos menos rechazo.

Noelia Rodríguez Rosalén. Psicóloga.

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