LAS EMOCIONES INÚTILES: LA CULPABILIDAD

Es fácil echar la vista atrás y recordar un momento en el que nos sentimos culpables de algo. De hecho, lo más probable es que no tengamos que remontarnos muy atrás; recuerda la última vez que te sentiste culpable por no haber ayudado a tu madre, por no haber estudiado suficiente, por haber discutido con tu pareja, por aquel cigarrillo que te fumaste y no debías o aquella vez que te saltaste la dieta. Somos muchos los que nos hemos sometido a verdaderas conspiraciones de culpabilidad en el día a día. Alguien te dice que has sido una mala persona por algo que hiciste o no hiciste, sentiste o no sentiste y dijiste o no dijiste, y tú respondes sintiéndote mal e incómodo en un momento presente. ¿Y por qué te has sentido culpable todos estos años? Porque se considera incorrecto que no te sientas culpable, e inhumano que no te preocupes. Todo está relacionado con la importancia que le das a los problemas.

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Pero antes de continuar, definamos qué es la culpabilidad. La culpabilidad quiere decir que despilfarras tus momentos presentes al estar inmovilizado a causa de un comportamiento pasado. Y no hay culpabilidad por grande que sea que pueda resolver un solo problema, como dijo Wayne en 1978 en su libro Mis zonas erróneas. Esto no quiere decir que no debas aprender lecciones del pasado o que no te prometas no volver a repetir cierto comportamiento, eso no se llama culpa. La culpa se experimenta en el momento que te impide actuar en el presente,<< en el ahora>>, porque antes te comportaste de cierta manera. Aprender de los errores es una parte fundamental y sana del desarrollo, pero a diferencia de ello la culpabilidad  no es sana, porque malgastas tu energía sintiéndote molesto o triste a causa del pasado. Y eso es inútil, ¿Por qué? Porque te estás sintiendo inmovilizado por algo que ya pasó, y no puedes cambiar.

Robert Burdette en su libro Golden Day resume la culpabilidad en un par de frases “Hay dos días en la semana que nunca me preocupan. Dos días despreocupados, mantenidos religiosamente libres de miedos y temores. Uno de esos días es ayer…y el otro día que no me preocupa es mañana”

Pero remontémonos a la historia, a la procedencia de la mayoría de nuestros sentimientos de culpabilidad. Según Wayne la culpabilidad asume dos formas básicas, por un lado tenemos La culpa residual, la cual es una reacción emocional que la gente lleva consigo desde sus memorias infantiles. Si funcionan en el caso de los niños, la gente mayor sigue cargando con ellos en su edad adulta; “Papá no te va a querer si haces eso otra vez” o “Bueno, muy bien, a fin de cuentas yo sólo soy tu madre” Estas reacciones de culpa en las cuales el niño es manipulado pueden seguir funcionando cuando el niño se convierte en adulto. Por otra parte habla de una segunda culpa, La culpa autoimpuesta; siendo esta la que más molestia provoca, es la culpabilidad impuesta por sí mismo cuando se infringe una norma adulta o un código moral adulto. Podemos sentirnos mal durante mucho tiempo aunque el dolor nada puede hacer para cambiar lo que ha sucedido. Un ejemplo de esta culpa podría ser haber reñido con alguien y luego detestarse por haberlo hecho .Tu culpabilidad es una tentativa de cambiar la historia, de desear que las cosas no fueran como son. Y aunque no puedes hacer nada para cambiar el pasado sí puedes empezar a cambiar tu actitud frente a las cosas que te producen un sentimiento de culpa. Soportar las sentencias de culpa es algo que te puedes evitar.

Tanto los padres con sus “¿Qué dirán los vecinos?” como las parejas “Si haces eso estás demostrando lo poco que te importo” como los niños (porque éstos también pueden inspirar culpa) “Los padres de Sara siempre le dejan comer chuches” como otros sectores de la sociedad como el colegio, las cárceles o el simple hecho de dar propinas provocan en nosotros fuertes sentimientos de culpabilidad, pues ésta es un buen arma para conseguir que hagamos lo que ellos quieren. El proceso para cambiar este sentimiento es arduo y dificultoso, ya que está fuertemente arraigado en nosotros desde niños, y por tanto no será fácil de anular. Sin embargo, sí es posible aprender a controlar estos sentimientos mediante estrategias para eliminar la culpabilidad, como empezar a mirar el pasado como algo que jamás puede modificarse, empezar a aceptar cosas que tú has escogido pero que le pueden disgustar a cierta gente, así como, evaluar las verdaderas consecuencias de tu comportamiento. Estas y otras muchas vías pueden ayudarte a eliminar de tu vida la culpabilidad.

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Como dijo Wayne W. Dyer: “Si tú crees que sentirte mal o preocuparte lo suficiente cambiará un hecho pasado o futuro, quiere decir que resides en otro planeta con un diferente sistema de realidad”

La culpa, como todas las emociones autoanulantes es algo que puedes controlar y que puedes elegir. Si quieres librarte de la culpa, acude a consulta.

María López-Fando Galdón /marietalfg@gmail.com