Tanatofobia, miedo a la muerte.

La muerte ha sido un tema que siempre ha mantenido en vilo la conciencia humana. Filósofos y grandes pensadores han propuesto diversas teorías tratando de explicar el sentido de nuestra existencia, sin haber conseguido hallar una explicación que contente a toda la humanidad. La concepción que cada individuo tiene acerca de la muerte es muy personal y viene influida por factores tales como la cultura o la religión, sin dejar de lado uno de los puntos más importantes, la experiencia propia. Una experiencia traumática próxima, como la pérdida de seres queridos, o la adquisición de esta mediante aprendizaje vicario, pueden moldear nuestro pensamiento hasta el punto de sentir miedo o temor.

En algún momento de nuestras vidas, todos cuestionamos nuestra existencia y meditamos sobre la muerte, no es nada extraño, y resulta necesario para poder seguir avanzando con nuestros objetivos y propósitos. El problema surge cuando estos pensamientos se tornan recurrentes y suponen un obstáculo para nuestro desarrollo personal.

Las personas tanatofóbicas se caracterizan por no ser capaces de desarrollar mecanismos para afrontar dicho miedo. La persistencia y el carácter obsesivo de sus pensamientos suponen que el individuo desarrolle un cuadro de ansiedad con una sintomatología que se caracteriza por la aparición de náuseas, mareos, dificultad para respirar, taquicardias, sudoración, hormigueo, etc. En muchos casos, los tanatofóbicos también sufren de hipocondría, trastorno que se caracteriza por una fijación por encontrar síntomas que se relacionan con enfermedades graves. Cuando debido a la ansiedad, estas personas comienzan a sentir, por ejemplo, aceleración del ritmo cardiaco, lo que piensan es que padecen una grave enfermedad del corazón que va a terminar con su vida de forma inminente, retroalimentando su temor a la muerte. En los hipocondríacos, son muy habituales las continuas revisiones médicas para descartar problemas físicos, y aquí es donde el psicólogo tiene que explicar a su paciente que si ninguna prueba  muestra anomalía alguna, el malestar que se percibe es consecuencia de la ansiedad, para empezar a tratarla.

Una cuestión clave es: ¿Cómo llegamos a este punto? Como norma general, este miedo no surge espontáneamente, suele tener un trasfondo psicológico más profundo. En ocasiones surge por nuestra proximidad a un evento traumático, sin embargo, también surge a raíz de un cuestionamiento acerca de nuestra vida. Cuando nos comenzamos a plantear cuáles son nuestros propósitos, cuál es el sentido de existir, que opinamos sobre nuestra vida o por qué valdría la pena vivir, y no encontramos una solución clara o que resulte convincente a nuestros propios ojos, pueden surgir los primeros miedos.

A lo largo de nuestras vidas hay luz y oscuridad, momentos de plenitud y etapas de cuestionamiento, pero todas forman parte de nuestra experiencia y nos aportan información valiosa. Si en este momento la muerte es una preocupación en tu vida, estás descubriendo partes de ti que quizás no conocías o no resulten muy agradables.

Al igual que las espinas forman parte de la rosa, si observamos nuestro recorrido encontraremos momentos buenos, pero también temporadas tristes o de falta de ánimo. Lo importante es darse cuenta de lo que somos en conjunto, sin hacer una recategorización negativa.

Siguiendo la teoría del psicoanálisis freudiano, tenemos una pulsión interna que nos impulsa a morir, pero también tenemos una pulsión que nos impulsa a vivir, hay que integrar las dos para que de este modo seamos conscientes y aceptemos que no siempre estamos felices, que por momentos sentimos enfado, y de este modo también seremos capaces de reconocer los momentos de máxima plenitud.

Alexandre González Valdés