¿Cómo ayuda (o no) la gente?

Con casi total seguridad diría que a todos, alguna vez en la vida, nos hemos encontrado inmersos en alguna situación un tanto compleja, la cual no sabíamos muy bien si ayudar o no ayudar, como por ejemplo un accidente de tráfico.

La mayoría de las veces no nos tocará arremangarnos y hacer una reanimación cardiopulmonar al ritmo de Stayin Alive de los Bee Gees (por suerte) pero alguna que otra vez puede que nos toque ayudar y socorrer, al menos para mandar ayuda sanitaria.

Pero déjenme preguntarles: ¿Ayudamos siempre que podemos?

La mayoría, por supuesto, respondería afirmativamente. Permítanme ir un poco más allá.

 

¿CÓMO AYUDA LA GENTE?

  1. Para ayudar, la persona en sí debe darse cuenta que está sucediendo una situación de emergencia

Puede que suene a obviedad, pero es esencial para poder llegar a actuar. 

Es posible que en ocasiones pasemos información por alto, ya sea debido a la atención selectiva (nos ayuda a priorizar la información que nos resulta relevante y filtrar la irrelevante) o al estrés social (cómo nos vemos nosotros a través de los ojos de los demás).

2. Considerar la responsabilidad de prestar ayuda

Cuando sucede una situación de emergencia y hay más personas alrededor, lo más común es pensar que otros serán más valientes que nosotros y actuarán primero. Este tipo de pensamiento se reproduce en todos los individuos que están involucrados  y es el motivo del Efecto del Espectador, donde se hace menos probable que alguien intervenga en una situación de emergencia cuando hay más personas que cuando uno mismo se encuentra solo ante el peligro.

3. Verse capaz de ayudar

El miedo de fallar ante una ayuda específica puede dejarnos en shock. Si vemos un herido, siempre buscaremos la ayuda de un sanitario y si vemos fuego, los bomberos. Siempre buscaremos a alguien que esté más cualificado para garantizar buenos resultados

4. Análisis de costes de la ayuda

¿Qué pasa si hemos malinterpretado mal una situación de ayuda? Por supuesto que todos podemos cometer errores (sobre todo en situaciones como esta) pero el coste de un error puede ser muy alto y tener consecuencias más graves de lo que parece.

Por ejemplo, en sociedades dónde la interacción con extraños es menor (grandes ciudades), la gente es más propensa a tener miedo a hacer el ridículo, por tanto, no se toma la iniciativa tan rápidamente. 

Ayudar puede parecer algo que tiene que salir de nosotros mismos, como algo innato, pero resulta ser algo mucho más complicado que eso.

 

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