DUELO EN LA INFANCIA

 

 

El ser humano es un ser social que nace ya predispuesto a formar vínculos con otras personas y a comprometerse con estos. Por ello la pérdida de un ser querido es un proceso muy doloroso, una de las experiencias más duras de la vida. El duelo suele ser largo y complicado, afecta a todos los niveles, al físico, al psíquico y al social en los aspectos de bienestar, salud e incluso de la propia vida de la persona que está en duelo. Por ello debes ser paciente contigo mismo, darte permiso para sanar y permitirte dejar sentir el dolor dentro de ti.

En nuestra cultura, resulta incómodo hablar de la muerte, aun siendo ésta un proceso natural por lo que debería carecer de cualquier tipo de tabú en nuestra vida.

Pero la realidad es diferente, tratamos el tema de la muerte como algo que no debería ser y tratamos de alejarla. Si ya es desagradable hablar de este tema entre adultos, mucho más es hablarlo con nuestros hijos y en la mayoría de las ocasiones se intenta evitar el tema para evitarles así el dolor, tratamos de protegerles, hacerles la vida “más fácil”, evitarles cualquier sufrimiento y esto, muchas veces nos lleva a camuflarles la realidad.

Esto es un pensamiento erróneo, ya que el dolor no se lo podemos evitar por mucho que intentemos, el niño sentirá la ausencia igual que nosotros y merece una explicación verdadera.

Recomendaciones para tratar el duelo en la infancia:

Lo primero de todo que debemos tener claro es que no debemos aislar al niño de la realidad de la pérdida del ser querido. El hecho de ocultárselo les llevará a percibir este proceso como más doloroso e incluso puede alcanzar límites patológicos. Por ello lo recomendable es que se comunique la noticia al menor en un ambiente tranquilo y que el adulto que lo haga sea de total confianza para él, esto le dará mucha seguridad. Es recomendable también utilizar el menor número de palabras posibles para evitar divagaciones y que el niño pueda sentirse inseguro.

En lo referente al sentimiento de culpa que pueda sentir el niño, debemos aclararle que él no tiene nada que ver con lo sucedido y que él no es responsable, porque cada uno tiene su momento y sus causas.

Por otro lado, puede que el niño piense que esto es algo transitorio y que la persona puede volver, a estas edades suelen entender todo literalmente, por lo que debemos de evitar las expresiones como “está dormido” o “se ha ido de viaje”.

Debemos dejarles que expresen cómo se sienten, que fluyan sus sentimientos, que el niño vea que su entorno le apoya y le comprende para evitar así bloqueos emocionales.

Lo principal y realmente importante es que el niño se sienta apoyado. Debemos saber además que el proceso de duelo es diferente para cada persona, y que éste va a depender de la edad que tenga el niño, así como de su capacidad cognitiva y emocional, el bienestar del momento y la calidad del vínculo que tenía con la persona fallecida.

 

 

Silvia Jiménez Garrido

silvia-jimenez@hotmail.com