“Fashion victim”: La psicología de la moda.

La moda. Aunque generalmente se la ha entendido cómo algo exclusivamente centrado en la vestimenta, en realidad es un concepto que se puede aplicar a prácticamente cualquier aspecto de nuestra vida hoy en día. Entendemos que la moda es una tendencia mayoritaria hacia algo, que varía con el tiempo, el contexto y la edad.

Si siguiésemos la pirámide de Maslow, situaríamos la moda en el escalón más alto: el de la autorealización. Utilizamos la moda como un elemento más para construir nuestra identidad e incluso la usamos como entretenimiento para decidir lo que hacemos con nuestro tiempo libre. Tenemos una gran variedad de opciones para ello ( libros, ropa, videojuegos, música, elementos de electrónica, deportes…), y no solo eso, si no que además tenemos un gran abanico de formas de acceder a ellas (Tiendas, Internet, revistas, grupos sociales…).

No obstante, aunque la moda ha existido desde siempre, el mundo ha experimentado grandes cambios en los últimos años. Ha llegado a un nivel de desarrollo tal que tenemos nuestras necesidades cubiertas y ahora buscamos algo más, y es ahí donde entran la individualización y el entretenimiento. Los problemas a los que nos enfrentamos cuando nos exponemos a una moda son, generalmente dos: la gran mercantilización y la falta de filtros individuales. La gran mercantilización se refiere a la industria que existe entorno al mundo de las modas, de todo aquello que se nos vende que vamos a conseguir si seguimos una u otra moda, a quién nos pareceremos y de quién nos diferenciaremos, y sobretodo la gran falta de control que el individuo siente o tiene sobre lo que está o no está de moda, tanto que llegamos a asumir que la moda es algo que nos viene dado. Por otra parte tenemos que la falta de filtros individuales no nos permite elegir con criterio preciso entre la gran variedad de ofertas y los variadísimos canales por los que nos llegan, llegando incluso a saltarse nuestro criterio sobre si realmente necesitamos aquello que nos ofertan.

Cómo usamos y cómo nos afecta la moda.

Las modas tienen distintos usos, que siempre pueden variar en función del contexto temporal, cultural, intelectual, de la edad que se tenga e incluso del sexo de la persona. Pero, de una manera general podemos distinguir tres usos de las modas:

– Enviar mensajes a los demás sobre nuestros gustos, preferencias y actitudes.
– Marcar nuestras identificaciones sociales y también mostrar aquello con lo que estamos en contra, bien sean otros grupos.
– La usamos como una manera de expresar y entrenar nuestra creatividad.

Ahora bien, psicológicamente hablando, nos encontramos ante un gran reto al vernos expuestos a los dos problemas antes mencionados: la falta de filtros y la gran mercantilización. No todos tenemos la habilidad para ser conscientes de la manipulación y la influencia que ejercen las modas sobre nosotros y nuestro entorno, y es aquí cuando se nos presentan efectos psicológicos negativos de la influencia de las modas.

Los ingleses desarrollaron el término “fashion victim” para referirse a aquellas personas que, arrastradas por la gran influencia de las tendencias sacrifican grandes cantidades de tiempo y dinero (que normalmente emplearían en otras cosas) para “estar a la última” teniendo los artículos más novedosos o que más tendencia marquen del mercado. Éstas personas serían las más proclives a sufrir los efectos adversos de las modas:

Vivir la moda como una obsesión. Depender de ella, estar atento de cuando sale el último modelo de cierto móvil y gastar un dinero que no se tiene en él, ir de compras asiduamente y gastar siempre más de lo que se había propuesto. Se puede ser adicto a la moda, y se considera una adicción no tóxica, igual que la adicción al trabajo o al sexo.

La falta de criterio: es un aspecto especialmente importante para los adolescentes, ya que aún no han desarrollado completamente y sus filtros son, o bien inexistentes o bien muy débiles. En ésta época son muy sensibles y pueden asimilar fácilmente mensajes machistas, racistas, consumista o que simplemente estén faltos de tolerancia o contenido educativo.

– Como efectos externos podemos comentar que la moda puede acarrear un desequilibrio económico muy elevado si se quiere estar a la última. La deseabilidiad social puede inclinar la balanza a seguir las modas de grupos violentos o con gran riesgo de adicciones. Podemos destacar también el hecho de los desacuerdos en el hogar que puede desencadenar el identificarse con una corriente contraria a la predominante en el núcleo familiar.

Como conclusión cabe decir que, en general, seguir o no seguir una moda, no es determinante de una vida más o menos sana. Pero sí que lo es el grado de extremismo o de rigidez con el que se sigue la tendencia.

Soy Jon Asensi Munarriz, Psicólogo, y es un placer escribir para vosotros y vosotras:

jonasensipsico – jonasensi@hotmail.com
https://jonasensipsico.wordpress.com/