La importancia del apego en la infancia

Como ser humano posees desde tu nacimiento una serie de necesidades básicas imprescindibles para sobrevivir. Según defienden las teorías del apego, del amplio abanico de necesidades que requieres de niño, el establecer vínculos afectivos es la que posee más importancia. Consideran que, si durante tu infancia mantienes unos vínculos afectivos con tus adultos cercanos, tendrás el resto de las necesidades cubiertas. Denominamos apego al lazo afectivo fuerte que estableces de niño con tus allegados y que te impulsan a permanecer juntos en espacio y tiempo.

Figuras de apego

Las figuras de apego son aquellas personas con las que te vinculas de niño y utilizas como fuente de bienestar, afecto, ayuda e información. Entre las diferentes funciones que cumplen destacan:

  • Funcionan como bases de apoyo para la exploración.
  • Facilitan diversas tareas de aprendizaje.
  • Ayudan en la interacción con desconocidos.

En caso de contar con varias figuras de apego, existirá una mejor prevención para procurar así un adecuado desarrollo afectivo. Los niños también presentan conductas de apego con animales y con objetos, permaneciendo esta última clase de vínculo hasta los cinco o seis años y después disminuyendo de manera notable.

La separación de las figuras de apego

Tus primeros años de vida están marcados por un sentimiento de ambivalencia entre el amor y el odio hacia tus seres queridos. La regulación de esta ambivalencia será especialmente relevante para desarrollar tu personalidad como infante. Si el progreso de dicho proceso es favorable, te permite integrar interiormente los impulsos contradictorios y te sitúa en disposición de dirigirlos y controlarlos, asumiendo la ansiedad y la culpa que pueden llegar a generar.

Si de niño te separan de tus figuras de apego experimentas una intensificación del sentimiento de ambivalencia hacia ellos. En caso de que la separación se dé antes de los 6 meses, no parece ocasionar importantes repercusiones, pero tras el inicio del proceso de apego, las consecuencias de la separación pueden ser mayores. Durante el periodo trascurrido entre los 6 meses y 2 años, eres especialmente vulnerables a la ansiedad de separación, vulnerabilidad que puede conducir a efectos fisiológicos y psicológicos a corto y largo plazo.

Efectos de la separación a largo plazo

Si durante la infancia no eres capaz de adaptarte a una perdida y de establecer nuevos vínculos afectivos, puedes sufrir unas repercusiones mucho mayores en el desarrollo. Los efectos a largo plazo estudiados son los siguientes:

  • Un retraso intelectual, especialmente en el área del lenguaje.
  • Problemas en las relaciones sociales.
  • Depresión analítica y hospitalismo con alto nivel de mortalidad.

En casos donde existe maltrato, se ha observado como los niños siguen apegándose a las figuras de apego a pesar de sufrir sus castigos. Por tanto, el niño maltratado puede llegar a presentar depresión, angustia por su situación, pero también dependencia.

Estudios sobre la organización del apego

La culminación de las etapas del apego es la obtención de un vinculo afectivo sólido y duradero entre el niño y su figura. Si bien, no todos los niños consiguen alcanzar esta seguridad y existen diferencias individuales en la formación de estos vínculos.

Patrones de apego

Seguro: Estos niños exploran de forma activa cuando están solos con el cuidador, aunque pueden inquietarse en la separación. Sin embargo, cuando este regresa muestran un contacto físico afectuoso. El estilo de interacción del cuidador es amable y receptivo, sin ser molestos.

Inseguro ambivalente o resistente: Estos infantes exploran muy poco y permanecen cerca de sus figuras de apego. Se inquietan mucho ante las separaciones, pero presentan ambivalencia al regreso de sus cuidadores, resistiéndose al contacto físico al mismo tiempo que se mantienen cerca de ellos. El estilo de interacción de los padres es quisquilloso e incoherente, con acciones encaminadas a satisfacer sus propias necesidades.

Inseguro evitativo, rechazante o huidizo: Los bebes presentan poco malestar ante la separación, pero evitan a sus cuidadores cuando regresan, sin embargo, se muestran muy sociables con los extraños. Suelen ser figuras de apego lentas al responder a las señales sociales de los niños y les procuran poco contacto físico gratificante.

Inseguro desorganizado o desorientado: Es una combinación del patrón resistente y evitativo. Si la figura de apego se separa de ellos, al regresar los bebes presentan conductas contradictorias e inconsistentes. Los cuidadores muestran un estilo de interacción insensible, intrusiva o abusiva.

Factores que afectan al apego

La sensibilidad de una madre a las necesidades de su bebe es imprescindible para desarrollar un apego seguro. Se han descrito cuatro dimensiones en el comportamiento de estas madres:

  • Sensibilidad o insensibilidad. Si se adapta a las necesidades del bebe o prioriza las suyas.
  • Aceptación o rechazo. Si acepta el cuidado del niño y lo disfruta o consideran al niño molesto.
  • Cooperación o indiferencia. Si respetan la autonomía del bebe o impone sus propios deseos.
  • Accesibilidad o ignorancia. Si está pendiente del niño o prefiere sus propios pensamientos.

Otro factor influyente en la calidad del apego ha sido el temperamento del bebe. Entendemos por temperamento a la disposición caracterial o el estilo de acercamiento y reacción ante las distintas situaciones. Hace referencia al estilo de conducta del niño de base innata. Si bien, esto no implica que esté completamente formado desde el nacimiento, se desarrolla según aparecen las distintas emociones y puede variar con las actitudes y respuestas de los cuidadores.

No obstante, el temperamento no se relaciona directamente con el patrón de apego presentado por el infante. Más bien influye en el apego a través del ajuste entre el temperamento del bebé y la personalidad y conducta de los padres. A este concepto se le denomina bondad de ajuste, es decir, la adecuación de las demandas y las limitaciones al temperamento del niño.

Laura NR – Graduada en psicología