Abordamiento de los problemas de salud mental en Atención Primaria (I): una breve conceptualización sobre la intervención de los profesionales sanitarios en la población española

 

Según las investigaciones que se han realizado durante las últimas décadas, resulta interesante destacar el elevado número de personas que padecen algún tipo de trastorno mental en la sociedad española. Concretamente, Baca et al. (2001) encontraron que entre el 19 y el 46% de la población española presenta algún tipo de alteración psicopatológica. Así mismo, a este inconveniente se añade la alta demanda de atención médica en el ámbito de la Atención Primaria para problemas de salud mental.

De la misma manera, cabe remarcar que entre el 22 e, incluso, el 45% de personas acuden a consultas de Atención Primaria sufren algún problema de salud mental (Iglesias, 1999), destacando aquellas que reportan sintomatología ansiosa, depresiva y/o somática (Szadoczky et al., 2004; Vázquez-Barquero et al., 1997). En base a esta información, la evidencia empírica pone de manifiesto que los trastornos mentales son atendidos en mayor proporción por los propios médicos de atención primaria (MAP), que por las propias instituciones especializadas en salud mental (Shear y Schulberg, 1995). Ante esta situación, cabe remarcar algunos de los obstáculos que se producen en la población española para que, aquellas personas que solicitan ayuda a un MAP para un problema psicológico, reciben una intervención lo más adecuada posible. 

Formación de los MAP para intervenir sobre problemas de salud mental

En primer lugar, Shedler et al. (2000) indican que existe desinformación en los MAP sobre los problemas de salud mental, lo que supone una falta de competencias específicas para intervenir sobre personas que padecen algún trastorno mental. De hecho, en diversas investigaciones, los MAP reconocen que, por ejemplo, existe dicha desinformación y, además, presentan dificultades para distinguir entre la ansiedad, depresión y la alta comorbilidad entre ambos trastornos (Goldberg, 1999). Teniendo en cuenta que en algunos estudios científicos se reporta que hasta el 30% de los pacientes que acuden a un médico de cabecera a causa de algún trastorno del estado de ánimo, incluyendo tanto trastornos de ansiedad como depresivos (Latorre et al., 2012), este sería un aspecto clave a mejorar en el Sistema Nacional de Salud. 

Igualmente, dicha desinformación conlleva otros contratiempos a la hora de abordar los trastornos mentales, ya que existe un infradiagnóstico de los mismos por parte de los MAP. De manera más específica, la evidencia demuestra que hasta el 50% de los pacientes con trastornos de ansiedad y/o depresión no son diagnosticados y, por tanto, no reciben ningún tipo de tratamiento (Mitchell et al., 2009).

Siguiendo la misma línea, resulta interesante tener en cuenta que el tratamiento de elección de los MAP para intervenir sobre la mayoría de los problemas psicológicos es el farmacológico. En base al estudio de Weisberg et al. (2007),se confirma que el principal tratamiento que reciben las personas que acuden a su MAP con problemas de ansiedad, insomnio, depresión y/o síntomas psicosomáticos son los fármacos. De esta manera, mientras que solamente un 7,2% de la muestra estaba recibiendo algún tipo de terapia psicológica, hasta el 21% de la misma estaba tomando algún tipo de psicofármaco, especialmente para la ansiedad y/o la depresión.

Sobrecarga de trabajo en los profesionales sanitarios

Sin embargo, llegados a este punto es importante destacar que no solamente influye la falta de determinadas habilidades que los médicos de cabecera puedan presentar para abordar los trastornos mentales. En este sentido, también se ha de tener en cuenta la sobrecarga asistencial para estos profesionales y todos los que trabajan en el ámbito sanitario. Por tanto, cómo bien remarcan Latorre et al. (2005), la mayor parte de los MAP llegan a tener una media de 35 pacientes diarios. Adicionalmente, con respecto a los trastornos ansiosos y depresivos, también se corrobora que son los que más tiempo suelen ocupar a los profesionales sanitarios (Latorre et al., 2012).

Además, conviene remarcar otro de los inconvenientes más importantes en el ámbito sanitario español que se encuentra relacionado con la duración de las consultas. A diferencia de la mayoría de los países europeos, dónde las consultas duran una media de once minutos, en España solamente duran un máximo de ocho minutos (Deveugele et al., 2002). En definitiva, la sobrecarga de trabajo que tienen los MAP sigue suponiendo un factor predeterminante en cuánto a la problemática de la detección, evaluación e intervención de los problemas mentales en España. 

Propuestas futuras 

A pesar de las dificultades presentadas durante la reflexión, existen motivos para pensar que la sanidad en España se encuentra en constante cambio y, con el tiempo, se están empezando a realizar nuevas propuestas orientadas a aumentar la calidad de los servicios de Atención Primaria. La evidencia científica sobre el camino que se está llevando a cabo para mejorar el abordamiento de los trastornos mentales en atención primaria se muestra positiva, pero, no obstante, aún existen muchos aspectos a mejorar.

A pesar de que el número de profesionales de la Psicología que trabajan en atención primaria ha aumentado en los últimos años en algunas comunidades autónomas con las nuevas legislaciones, la media sigue estando muy por debajo con respecto a otros países europeos. Mientras que las organizaciones europeas de salud mental recomiendan 20 psicólogos por cada 100.000 habitantes, según Wahlbeck (2011), la media en Europa se encuentra en 18 psicólogos y 11 psiquiatras; más específicamente en España, la media baja, incluso, hasta 4,3 psicólogos y 6,5 psiquiatras, lo que supone una diferencia significativa en comparación con la media europea.

Avances en la investigación

Por tanto, convendría que en nuestro se implantaran algunas de las políticas innovadoras sobre salud mental que han aparecido en otros países, como es el caso del modelo escalonado de Reino Unido para el tratamiento de los trastornos mentales en Atención Primaria (Gunn et al., 2006). De esta manera, debería de haber un aumento del número de profesionales sanitarios (psicólogos clínicos y generales sanitarios, psiquiatras,…) e incorporar nuevos métodos de tratamiento de los trastornos mentales en este ámbito. Igualmente, dado que se ha corroborado la falta de formación de los MAP para el diagnóstico de ansiedad y depresión, se recomienda la creación de nuevos programas educativos para aumentar las competencias de todos los profesionales sanitarios en la intervención con personas que sufren trastornos mentales (Latorre et al., 2012).

Con respecto a líneas de investigación futuras relacionados con este tema, resulta interesante remarcar el reciente apoyo de los investigadores hacia la terapia cognitivo-comportamental como principal intervención para los trastornos mentales en Atención Primaria. Así, son muchos los expertos que recomiendan esta terapia como el tratamiento de referencia para la ansiedad y la depresión en el ámbito sanitario y, más específicamente, en atención primaria (Butler et al., 2006).

De hecho, Proudfoot et al. (2004) observaron una mayor eficacia, efectividad y eficiencia del tratamiento cognitivo-conductual en comparación con el tratamiento farmacológico, además de un menor grado de abandono del tratamiento. No obstante, dado que los fármacos también producen resultados muy positivos en muchos casos, resultaría útil realizar un tratamiento combinado en aquellos casos que se estime oportuno.

Información adicional

En conclusión, para respaldar la afirmación de que empiezan a producirse avances en este campo, en un artículo de la Revista de Psicología INFOCOPONLINE se habla sobre la inclusión de, al menos, un profesional de la Psicología, ya sea clínico o general sanitario, en todos los centros de Atención Primaria en la Comunidad Valenciana: https://www.infocop.es/view_article.asp?id=22806. A día de hoy, ya solo faltan 6 comunidades autónomas (Extremadura, Castilla-La Mancha, Castilla y León, País Vasco, Aragón y La Rioja) donde aún no se ha implantado esta iniciativa; en el resto de ellas, ya es una realidad.

En relación con el tema que se ha tratado, el siguiente trabajo que llevaré a cabo para AEPSIS va a ser una continuación de este artículo. Para ello, se realizará una reflexión sobre el modelo escalonado implantado en Reino Unido, donde incluye al profesional de la Psicología como parte del equipo de atención primaria.

Cualquier duda o aportación podéis dejar vuestro comentario en el artículo o escribirme en josejjaen.psicologo@gmail.com. ¡Nos vemos el día 16, gracias!

Referencias

Baca, B. E., Saiz, R. J., Aigüera, L., Caballero, L., Fernández-Liria, A., Ramos, J., Gil, A., Madrigal, M. y Porras, A. (1999). Validación de la versión española del PRIME-MD: un procedimiento para el diagnóstico de trastornos mentales en Atención Primaria. Actas Españolas de Psiquiatría, 27, 375-383.

Butler, B. E., Saiz, J. y Porras, A. (2001). Detección de trastornos mentales por médicos no psiquiatras: utilidad del cuestionario PRIME-MD. Medicina Clínica (Barc.), 116, 504-509. https://doi.org/10.1016/S0025-7754(01)71886-6 

Deveugele, M., Derese, A., van den Brink-Muinen, A., Bensing, J. y De Maeseneer, J. (2002). Consultation length in general practice: cross sectional study in six European countries. British Medical Journal, 325(7362), 472. https://doi.org/10.1136/bmj.325.7362.472 

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Gunn, J., Diggens, J., Hegarty, K. y Blashki, G. (2006). A systematic review of complex system interventions desgined to increase recovery from depression in Primary Care. BMC Health Services Research, 6, 88. https://doi.org/10.1186/1472-6963-6-88

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Latorre, J. M., López-Torres, J., Montañés, J. y Parra, M. (2007). Primary Care doctors’ perception of treatment demand and need for training in drug addiction issues. Primary Care and Community Psychiatry, 12, 33-41. 

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Vázquez-Barquero, J. L., García, J., Simon, J. A., Iglesias, C., Montejo, J., Herran A. y Dunn, G. (1997). Mental health in primary care. An epidemiological study of morbidity and use of health resources. British Journal of Psychiatry, 170, 529-535. https://doi.org/10.1192/bjp.170.6.529 

Wahlbeck, K. (2011). Europeans comparisons between mental health services. Epidemiology and Psychiatric Sciences, 20, 15-18. https://doi.org/10.1017/s2045796011000060 

Weisberg, R. B., Dyck, I., Culpepper, L. y Keller, M. B. (2007). Psychiatric treatment in primary care patients with anxiety disorders: a comparison of care received from primary care providers and psychiatrists. American Journal of Psychiatry, 164, 276-282. https://doi.org/10.1176/ajp.2007.164.2.276