La Invalidación Emocional

¿Alguna vez te han dicho “no estés triste”? ¿Has leído alguna frase sobre la felicidad en la que parece que se debe ser feliz, sin opción a ninguna otra emoción? Muchas veces, creemos que tenemos que estar siempre bien y huimos de sentimientos negativos que nos hacen indicar todo lo contrario. Sin embargo, gracias a las emociones, obtenemos la información del medio que nos permite adaptarnos y comportarnos de la manera más adecuada a las circunstancias.

La gestión emocional no se limita a identificar y comprender nuestras propias emociones y las de los demás. Para poder regular nuestras emociones, también necesitamos comprender la información que estamos recibiendo o transmitiendo, aceptarla, expresarla y, finalmente, regularla.

La validación emocional se refiere a la aceptación profunda de las emociones propias y de los demás, sin juzgar, aconsejar o tratar de cambiar nada en ese momento. Cuando validamos, confirmamos la importancia de lo que la otra persona siente y lo tomamos como algo legítimo. Esto es esencial para la regulación emocional ya que, si aceptamos nuestras propias emociones o las de los demás, es más fácil expresarlas y aprender a regularlas.

Sin embargo, es común observar dificultades tanto en la validación como en la expresión emocional de las personas. En particular, nuestro comportamiento ante emociones como el miedo o tristeza a menudo nos delata. Estas son las emociones que tendemos a invalidar con más frecuencia.

La invalidación emocional se produce cuando una persona no acepta consciente o inconscientemente sus propias emociones o las de los demás y trata de suprimirlas o reducirlas. A menudo, ocurre en situaciones sociales debido al miedo al juicio social por expresar las emociones. Un ejemplo sería los mencionados previamente o cuando te dicen “no llores”. Los mensajes invalidantes pueden incluir juicios o valoraciones negativas sobre la expresión emocional, lo que provoca malestar en la otra persona y puede conducir a la inhibición desadaptativa de la emoción.

Se pueden invalidar las emociones de varias maneras, entre las que se encuentran:

  • Minimizar: se trata de suprimir la emoción de otro, sugiriendo que es exagerada en relación a lo que la provocó. “¿Por qué te pones así si no es para tanto?”
  • Juzgar: se realiza un juicio despectivo por la expresión emocional. “¿De verdad, estas llorando por esa tontería?”
  • Castigar. Se intenta para la expresión emocional mediante el castigo. “Como sigas llorando te voy a castigar”.
  • Culpabilizar. se intenta hacer sentir culpable por su expresión emocional. “¿Ya estás otra vez llorando?, me tienes cansada con el tema”.
  • Desinterés. no se conecta con la expresión emocional del otro. “Es que no entiendo porque estas así”.
  • Evitar: se intenta que el otro evite su expresión emocional. “Mejor no hablamos del tema y nos centramos en otra cosa”.

La invalidación emocional puede tener un impacto significativo en la salud mental y emocional de una persona. Cuando nuestros sentimientos no son reconocidos, podemos sentirnos incomprendidos, ignorados y solos. Esto puede llevar a sentimientos de tristeza, ira, ansiedad y depresión, y a afectar a nuestra autoestima y confianza.

También puede ser un obstáculo para las relaciones saludables. Cuando no nos sentimos escuchados o comprendidos, podemos tener dificultades para comunicarnos de manera efectiva y construir relaciones satisfactorias y duraderas. Además, puede ser un precursor de la violencia emocional o incluso física en relaciones más extremas.

Para evitar esta problemática, existen formas para poder manejarla:

  1. Reconocer tus sentimientos: Antes de poder abordar la invalidación emocional, es importante reconocer y validar los propios sentimientos. Aprender a identificar lo que sientes y a expresarlo de manera clara y directa.
  2. Comunicar tus sentimientos: Cuando sientas que tus sentimientos no están siendo reconocidos o validados, comunícaselos a la otra persona de manera clara y respetuosa. Explica cómo te sientes y por qué te sientes así.
  3. Establecer límites saludables: Si la otra persona sigue invalidando tus sentimientos después de haber hablado con ellos, puede ser necesario establecer límites saludables en la relación. Esto puede significar pasar menos tiempo con la persona o incluso cortar la relación por completo si es necesario.
  4. Busca apoyo en amigos, familiares o un profesional de la salud mental. Hablar con alguien que te escucha y te entiende puede ser increíblemente sanador.

A su vez, existen distintas maneras en las que se puede validar emocionalmente a otra persona:

  • Empatizar: independientemente del comportamiento que nosotros pudiéramos tener en determinadas circunstancias, se debe empatizar con la persona que se encuentra ante ese mismo hecho.
  • Escucha activa: prestar atención a lo que expresa la otra persona sin pensar en la respuesta que vamos a dar. Mostrar interés, observar sus gestos, mirarle a los ojos,…
  • Aceptar su experiencia emocional, sea cual sea la emoción que está sintiendo.
  • No aconsejar: ofrecer una respuesta empática sin dar consejos, ya que puede implicar que no se tolere la experiencia emocional que nos transmite. Además, si la otra persona no lo ha pedido, puede hacer creer que pensamos que no es capaz de resolver lo que le sucede.
  • Acompañar: estar a su lado durante la experiencia emocional. También se le puede preguntar si desea estar solo, si puede hacer algo por ella o si quiere hablar sobre ello, entre otros

En resumen, a menudo nos resulta difícil permitir la expresión de las emociones, especialmente si son dolorosas o desagradables. Nos causa dolor ver a alguien sufrir, sentir tristeza o enojo, y puede ser complicado acompañar y dar apoyo en esos momentos. Sin embargo, si intentamos reprimir o evitar esas emociones, corremos el riesgo de transmitir la idea errónea de que las emociones dolorosas no son válidas o no deberían existir, cuando en realidad son una parte inevitable de la vida. Por ello, debemos validar todo tipo de emociones y dar la libertad de poder experimentar esa experiencia emocional con total plenitud.

 

Ana Malara