La sociedad de la gratificación inmediata

La sociedad actual es una sociedad de gratificación inmediata. Una gratificación es algo que al ser conseguido o recibido genera placer, satisfacción o bienestar. La gratificación puede ser, por un lado, inmediata en el caso de que se produzca de forma instantánea. Por otro lado, existen gratificaciones diferidas. En este caso, resistimos a la tentación de caer en el impulso de conseguir una recompensa inmediata porque esperamos una recompensa mayor a medio o largo plazo. Muchas veces tenemos objetivos o metas importantes y/o podemos conseguir recompensas mucho más gratificantes, sin embargo, debido a que estas no son inmediatas, nos resulta más fácil abandonarlas a favor de un placer instantáneo. Nos conformamos con lo que tenemos más accesible e inmediato y no nos damos cuenta de que podríamos tener algo mucho mejor el día de mañana.

Lo queremos todo ya y cuando algo se nos resiste o cuando tenemos que esperar y esforzarnos para conseguir algo nos ponemos nerviosos. No nos gusta esperar ni esforzarnos porque nos hemos acostumbrado a tenerlo todo en el momento. Todo se vuelve más fácil y dejamos de valorar el esfuerzo y la dedicación. Vivimos, por tanto, en una frustración y un estés constante, ya que en ocasiones es imposible tenerlo para ya y tenemos que esperar (atascos, se cae internet o una red social, la cola del supermercado…).

Asimismo, la gratificación inmediata se vuelve adictiva. Como ya hemos dicho la gratificación es una recompensa que nos genera placer. Dicho placer está relacionado con el sistema de recompensa de nuestro cerebro. Si este es activado se libera dopamina, que es la que nos proporciona esa sensación de satisfacción y bienestar. Si, además de generar placer, la recompensa es instantánea y conseguirla requiere un esfuerzo mínimo, siempre vamos a querer más.

Esto es lo que ocurre con las redes sociales. Hasta el punto de que el limite entre el entretenimiento y la adicción se pierde. Las redes sociales son parte del día a día. Estas nos proporcionan gratificaciones instantáneas constantemente. Cada vez que recibimos un like, que recibimos un mensaje… incluso el simple hecho de entrar en las aplicaciones es gratificante. Al conectamos a las redes sociales, activamos el sistema de recompensa y liberamos dopamina. Resulta, por tanto, placentero y satisfactorio y, consecuentemente, se puede volver adictivo. Queremos más y más dopamina y esta es una forma fácil y rápida de conseguirla. No requiere esfuerzo y encima es instantáneo.

¿A que más nos recuerda la gratificación inmediata? A las infidelidades. Muchas veces caemos en el error de pensar que ser desleal a tu pareja implica no estar enamorado de ella. Sin embargo, también puede deberse a una falta de control de impulsos. Estás anteponiendo una satisfacción momentánea, pero instantánea, mientras que, a medio-largo plazo la relación que mantienes actualmente es mucho más valiosa y gratificante. Sin embargo, requiere esfuerzo mantenerla.

Aunque estamos diciendo que es gratificante en sí mismo, esto nos aleja de nuestros objetivos y de recompensas mucho más valiosas a largo plazo, así como se vuelven adictivas. Por tanto, se convierte en un obstáculo y un problema. Entonces, ¿cuáles son los beneficios de posponer una gratificación? Mejora nuestro rendimiento, nos proporciona una mayor sensación de autocontrol, mejora nuestra autoestima y nos permite adaptarnos mejor a lo que nos rodea. Te ayudará a controlar tus impulsos y a cumplir con tus objetivos obteniendo beneficios mayores en un futuro, por tanto, favorecerá tu sensación de autoeficacia.

La capacidad de resistir a la tentación dependerá del autocontrol de cada uno, de la fuerza de voluntad que se tenga y lo apetecible que sea la gratificación diferida en comparación con la inmediata. Es decir, tiene que haber un equilibrio entre el esfuerzo que implica aquello que queremos conseguir y su magnitud.

Aun así, el autocontrol es algo que podemos aprender y entrenar. ¿Cómo no caer en la tentación? Se trata de distraer la atención del impulso actual y de centrarse en las mayores recompensas que se pueden conseguir a largo plazo. Lo primero es ser sinceros con uno mismo. Dado que mejor que tú no te conoce nadie, seguramente sepas cuáles son los impulsos o gratificaciones inmediatas que te desvían de tus objetivos y te distraen. Haz una lista de aquellos impulsos que tengas. Es una forma de hacerte consciente y de establecer un contrato contigo mismo. Así, antepondrás gratificaciones mayores a largo plazo y una vez conseguidas podrás satisfacer dichos impulsos.  Además, es útil ir anticipando todo lo que podrás conseguir en un futuro puesto que aumentará la motivación por alcanzarlo y será más fácil esforzarse por ello.