Visibilizar el suicidio es cosa de todos, ¡dejemos de mirar hacia otro lado!

El suicidio es la primera causa de muerte no natural en España y las cifras no dejan de aumentar. En 2021 se han registrado 4003 muertes por suicidio (un incremento del 1,6% respecto al año anterior). A nivel mundial, se estima que mueren aproximadamente 800 mil personas al año, es decir, una persona se quita la vida cada 40 segundos. Además, por cada una que lo hace, otras 20 lo intentan. Estos datos son alarmantes, pero la realidad es mucho más preocupante ya que, muy posiblemente, las cifras se encuentren infraestimadas y que muchos suicidios se contabilicen, por ejemplo, como muertes por accidente y/o sobreingesta, sin tener en cuenta la verdadera causa de la muerte. En este sentido, hay que destacar la importancia de la autopsia psicológica que nos ayuda a determinar el estado mental de la persona fallecida previo al suceso, así como a discriminar si la muerte es accidental o intencionada. Es decir, es importante el cómo (muerte en carretera o por sobredosis), pero también el porqué (¿ha sido provocado el accidente de tráfico? ¿la finalidad del consumo del psicoactivo era la de quitarse la vida?).

Teniendo esto en cuenta, ¿por qué no se habla de suicidio? Es un gran error pensar que “hablar del suicidio incita a ello”. Hay que desmitificar esta falsa creencia respecto al acto suicida. Hablar de forma correcta y responsable ayuda a visibilizar el suicidio y facilita que las personas afectadas pidan ayuda a tiempo. Por tanto, hablar de suicidio favorece la prevención. Sin embargo, actualmente el suicidio es un tema tabú, lo que lleva a las personas a sufrir en silencio hasta el punto de sentir que ya no pueden más.

Al igual que ese mito, hay que desmitificar muchos otros: tampoco es verdad esa idea de que “el que quiere quitarse la vida no lo dice” y “el que lo dice, no lo hace”. Esto no es así, la mayoría de las personas que se quitan la vida muestran señales de alarma (en ocasiones, incluso hasta llegan a verbalizarlo de forma directa). Tampoco “es un problema de personas con trastornos mentales”, ya que muchas personas que no presentan trastornos de conducta ni de la personalidad se suicidan. Asimismo, tenemos que dejar a un lado esa idea de que “el suicidio o el expresar nuestras emociones es de cobardes”. Esto limita a las personas a la hora de pedir ayuda y no se tú, pero para mi no hay nada más valiente que mostrar que también tenemos debilidades y que, en ocasiones, no podemos gestionar nuestros problemas o emociones solos o que, simplemente, no podemos con todo (por lo menos no con todo a la vez).

Todos estos mitos (entre otros muchos), junto con la gran estigmatización de la salud mental en general y del suicidio en particular, nos impiden ver la realidad del problema: es un problema de salud pública a nivel mundial. Hay que dejar de mirar hacia otro lado y de eludir la responsabilidad. El suicidio es algo que nos concierne a todos y tú también puedes hacer por darle visibilidad.

El suicidio se puede y se debe prevenir. Hay muchas señales de alerta que deberíamos poder detectar, por ello, es de vital importancia que haya profesionales que las discriminen (especialmente, en atención primaria), así como implementar planes de prevención. Sin embargo, en nuestro país, actualmente, no se dispone de un Plan Nacional de Prevención del Suicidio y, de hecho, ha sido rechazado recientemente en el Senado. Respecto a esto, te adjunto un enlace para firmar una petición de change.ong en la que se pide al Ministerio de Sanidad medidas preventivas [change.org/stopsuicidios]

Además de no implementar planes de prevención, los recursos con los que pueden contar las personas en riesgo de suicidio son muy limitados y muchas veces ni se conocen ni se dan a conocer porque no se habla de ello.

Es por esto por lo que quiero que sepas que existen líneas de atención a la conducta suicida como el 024 o el teléfono de la esperanza (son servicios gratuitos, confidenciales y accesibles las 24h del día, destinados a personas en riesgo de suicidio y sus allegados), así como el 112 en situaciones de emergencia.

A su vez, considero importante que conozcas ciertas asociaciones como la Asociación de Investigación, Prevención e Intervención del Suicido y Familiares y Allegados en Duelo por Suicidio (RedAIPIS-FAeDS) y la Asociación para la prevención del suicidio y la atención del superviviente, entre otras. Estas asociaciones, por un lado, intervienen tanto con personas afectadas y en riesgo de suicidio como con sus familiares y personas cercanas (supervivientes cuyo duelo puede complicarse considerablemente). Por otro lado, imparten talleres, charlas y ponencias a la población en general. Por tanto, tú también puedes aprender a detectar señales de alerta vinculadas a posibles conductas suicidas. Además, RedAIPIS-FAeDS ha publicado guías de ayuda (para docentes, familiares, personal sanitario y facilitadores sociales, una guía de práctica clínica e, incluso, una guía de autoayuda) que te van a enseñar qué tienes que hacer, y los protocolos de actuación que han de llevarse a cabo en caso de estar con una persona con ideación suicida. En el caso de niños y adolescentes contamos con la Fundación ANAR. A su vez, encontramos iniciativas como la de Vigilantes para la Vida que pretenden dar recursos a la población para poder detectar las señales de alerta y así poder ayudar y prevenir. Muchos ya nos hemos convertido en vigilantes para la vida, súmate al cambio.  https://youtu.be/7MEw094xYIg

Con todo esto quiero decirte, por un lado, que hay gente dispuesta ayudarte y escucharte y te animo a que, si te encuentras en una situación como esta, pidas ayuda. Por otro lado, te animo a pongas tu granito de arena dándole visibilidad y voz a las personas que los sufren. Si sabes de alguien que lo está pasando mal ofrécele tu apoyo en la medida de lo posible y valida sus emociones. Con un “estoy aquí si lo necesitas, puedes contar conmigo” o preguntando cómo puedes ayudarle ya haces mucho.

¡Dejemos de mirar hacia otro lado!

Andrea Hidalgo González