Ser valiente no es solo cuestión de suerte: cómo desarrollar la valentía

Citando a Vetusta Morla, la valentía no depende de haber tenido la “suerte” de haber nacido con ella o no, como otros muchos rasgos, se puede desarrollar. No somos valientes por genética ni por biología, son nuestras acciones y decisiones las que nos hacen desarrollar (o no) nuestro propio valor.

 

 

¿QUÉ ES LA VALENTÍA?

La valentía ha sido siempre uno de los rasgos más valorados en los humanos, se le asigna a los líderes, a los héroes y heroinas… incluso es uno de los principios del Código Bushido, el código de conducta de los guerreros samurais. Según estos la valentía es “la cualidad de aquellos que se muestran fuertes y desafiantes frente al peligro, los que enfrentan las adversidades con entereza y sin doblegarse”.

No se trata de sentir miedo, sino de atreverse a pesar de él.

Martin Seligman, en su clasificación de las fortalezas del carácter, la define como una virtud que nos impulsa a conseguir metas más allá de los obstáculos. La virtud de valentía englobaría cuatro fortalezas:

  1. La autenticidad, que supone, no sólo conocernos y mostrarnos cómo realmente somos, si no también hacernos responsables de nuestras acciones.
  2. El coraje. Se refiere a atreverse a llevar una vida de acuerdo a los propios valores, sin dejarnos llevar por los miedos y opiniones ajenas. En muchas ocasiones valentía y coraje se utilizan como sinónimos.
  3. Persistencia, o capacidad de continuar intentándolo pese a la aparición de obstáculos o fracasos. Este concepto está muy relacionado con la autoeficacia, de la que hablo en  https://www.aepsis.com/autoeficacia-la-importancia-creer-puedes/
  4. Vitalidad. Ser capaces de mantener una actitud entusiasta y positiva, para ofrecer lo mejor de nosotros en cada acción de nuestra vida.
¿Cómo entrenar la valentía?

En primer lugar, es necesario aclarar que “ser valiente” no supone lo mismo para todos, y no se refiere a realizar actos peligrosos o actuar sin pensar. No es necesario empezar a hacer puenting o malabarse con cuchillos, si no atreverse a enfrentar los propios miedos para conseguir nuestras metas.

  • En primer lugar hay que identificar los miedos, ponerles nombre y escribirlos. Ser conscientes de nuestros miedos es un buen primer paso para afrontarlos.
  • Escribir lo que sucedería bajo la perspectiva más pesimista, es decir, describir lo que ocurriría si nuestro miedo se hiciese realidad.
  • Pensar en lo que podríamos lograr si superásemos nuestro miedo, en lo que vamos a conseguir si nos enfrentamos a ello.
  • Estimar la posibilidad real de que el miedo se materialice, y también la de conseguir el objetivo en caso de hacer frente.

¿Vale la pena asumir el riesgo? Hay que hacer un balance entre los costes y los beneficios que supondría enfrentanos a nuestros miedos. Si la respuesta es positiva:

  • Hay que graduar las situaciones temidas. Enfrentar primero lo que menos miedo nos da e ir escalando poco a poco. Ir superándo nuestros pequeños miedos nos dará la seguridad necesaria para afrontar otros más grandes.
  • Busca alternativas. La valentía siempre debe ir de la mano de la prudencia. Prepara planes por si fracasas, de esta forma conservarás el control de la situación y te ayudará a persistir en el esfuerzo.

Los cementerios están llenos de valientes

Es bien conocido este dicho popular y, como tal, tiene, en parte, algo de razón. El miedo ha sido la herramienta más poderosa para la supervivencia. Entonces, ¿los cobardes viven más? No necesariamente.

Para afrontar el miedo tenemos tres posibles respuestas básicas: la lucha, la huída y la paralización. Lógicamente la paralización no nos ayuda a sobrevivir, por lo que queda descartada. Entonces, ¿luchámos o huímos?

La huída y la evitación es el elemento básico en la aparición de fobias. Está claro que ha tenido una ventaja evolutiva hace tiempo. Sin embargo, actualmente, la gran mayoría de nuestros miedos no suponen una amenaza real o un verdadero peligro para nuestra integridad.

Por lo tanto, luchémos. Luchémos por nuestras metas, nuestras pasiones y nuestros sueños. La evolución y el progreso vienen siempre de la mano de personas valientes, que se atrevieron a pensar diferente, a ir en contra de los cánones del momento en pos de un beneficio para la sociedad. Son las personas valientes las que mueven el mundo y hay un valiente dentro de cada uno de nosotros, sólo tenemos que dejarlo salir.

Las lágrimas más amargas que se derramarán sobre nuestra tumba serán las de las palabras no dichas y las de las obras inacabadas (Harriet Stowe)

Espero que os haya gustado, para cualquier duda o consulta os dejo mi mail anapositivat@gmail.com